Todos sabemos que una buena higiene bucodental es indispensable para mantener a raya las bacterias y conservar nuestros dientes toda la vida. Por eso, es muy probable que tengas clara la importancia de cepillarte con determinada frecuencia y durante un tiempo concreto.
Sin embargo, puede que no conozcas otros de los consejos que mencionamos en este artículo y te resulten nuevos o, incluso, chocantes. Por ejemplo, ¿sabías que no es bueno cepillarse los dientes nada más terminar de comer?
A continuación te decimos cuáles son los errores más comunes que todos cometemos en nuestra higiene diaria:
1. No usas seda dental
Por muy sencillo y rápido que sea pasarse el hilo dental después de cada cepillado, es posible que no lo hayas usado nunca. Sin embargo, tenemos que decirte que por muy exhaustiva que sea tu limpieza con el cepillo, es necesario usar seda dental.
Ésta permite eliminar los restos de alimentos de pequeños recovecos a los que las cerdas del cepillo no llegan, como los que hay entre los dientes y en la zona de las encías.
Si no puedes pasarte el hilo dental después de cada cepillado, te recomendamos que al menos lo utilices una vez al día.
2. Tu técnica de cepillado no es la adecuada
Si tuviéramos que comparar el cepillado de los dientes con un hábito cotidiano, diríamos que se asemeja a barrer. Por ello, te diremos que elegir un cepillo de cerdas duras y frotarlas fuertemente contra tus dientes no solamente no garantiza una mejor limpieza, sino que además es muy perjudicial.
Este hábito desgasta el esmalte y provoca recesión de encías, lo que hace que la raíz de la pieza dental quede expuesta. Esto, además de ser muy antiestético, aumenta mucho la sensibilidad del diente.
Por el contrario, una técnica de cepillado adecuada requiere ser ordenado y cuidadoso, para no dejarnos ninguna zona sin limpiar ni dañar dientes y encías. Para conseguirlo, lo más indicado es establecer una rutina de higiene que dure al menos dos minutos.
De esta forma, empezaremos con los dientes superiores y seguiremos con los dientes inferiores. En ambos casos, cepillaremos -en este orden- las caras exteriores, las interiores y las triturantes.
En el siguiente vídeo podrás ver una explicación detallada de la técnica correcta:
3. Te olvidas de la lengua
Aunque pongamos todo nuestro interés en cepillarnos los dientes de manera adecuada, la lengua sigue siendo, por lo general, la gran olvidada.
Por ello, tenemos que recordarte que una vez hayamos cepillado todos los dientes, es fundamental limpiar la lengua. Para hacerlo, hay algunos cepillos que cuentan con una superficie específica para esta zona de la boca. Si el tuyo no la tiene, te recomendamos que utilices un raspador lingual.
La limpieza de la lengua permite combatir las bacterias que tienden a alojarse en esta zona y que además son las causantes del mal aliento.
Rascador lingual para eliminar restos de alimentos
4. Tu cepillo tiene más de tres meses
El cepillo, o el cabezal en el caso de que éste sea eléctrico, debe ser cambiado cada 3 meses aproximadamente.
Hay que tener en cuenta que normalmente los cepillos de dientes se almacenan en el cuarto de baño, lo que significa que están expuestos a cambios de temperatura, al contacto con otros cepillos, etc.
Por ello, un cepillo de más de 3 meses no solamente tendrá las cerdas debilitadas y dobladas, lo que implica una limpieza incompleta de los dientes. Además de esto, mayor tiempo de uso conlleva una mayor cantidad de bacterias.
5. Abusas de la pasta de dientes
Una pasta de dientes que contenga flúor es la mejor opción para acompañar al cepillo. Sin embargo, es importante reconocer que una mayor cantidad de pasta de dientes no implica una mejor higiene.
Aunque en los anuncios que aparecen en televisión veas que la pasta de dientes debe cubrir todo el largo del cepillo, lo cierto es que una cantidad del tamaño de un guisante es suficiente.
El exceso de pasta solamente hace que la boca se llene de espuma, produciendo una sensación de limpieza que no es real.
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